-BELLEZA PRIVADA-
Llega el IKEA a
Valladolid, la multinacional nórdica con su implícita promesa de
socialdemocracia avanzada, con sus muebles de diseño al alcance del ciudadano
común, donde predomina la calidez del claro, con sus armarios de montar, con los
mil detalles para cada rincón del hogar.
Llega IKEA, como
cabeza de puente de todas esas multinacionales sin cuyo asentamiento
seguiríamos siendo una ciudad provinciana, aun una capital provinciana, y se
instala en la afueras, en el alfoz, que diría nuestro antiguo alcalde, en medio
del campo.
Llega IKEA, acaba
la ironía, y el hermoso paisaje castellano, esa sucesión de cerros -a veces
cubiertos de pinos o encinas, a veces pelados-, y campos cultivados, se
convierte en soporte de centenares de anuncios de geometría simple y colores
chirriantes que, mientras esconden el horizonte, nos invitan al selectivo
disfrute de adquirir todas esas mercancías que acabaríamos, igualmente,
comprando.
Y así, la cálida
belleza hogareña, la belleza accesible al ciudadano común, la belleza instalada
en la república independiente de su casa, la democrática belleza privada, es,
como si de un símbolo se tratase, tristemente compatible con el aumento de la
fealdad pública, con el deterioro progresivo del entorno, con la destrucción
del cuidado paisaje cultural, nacido tras siglos de trabajo del hombre sobre el
territorio, con la negación de todo disfrute gratuito.
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2016
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