-DE DATOS Y
RELATOS-
Respondiendo a su voluntad científica la historia trabaja, como no podía
ser de otra manera, con hechos. Pero los hechos -y especialmente aquellos nacidos
de las operaciones de seres que actúan teleológicamente-, exigen interpretación.
Aparece, entonces, la necesidad de un criterio para seleccionar las
interpretaciones adecuadas. Y es así, que, de un tiempo a esta parte, en nuestro
país, y por lo que respecta a nuestra propia historia, algunos historiadores parecen
haber optado por un tipo de criba que podemos formular mediante dos silogismos:
Primer silogismo:
(1) Bajo el franquismo se ha defendido
la interpretación «x».
(2) El franquismo es malo.
Conclusión: la interpretación «x» es incorrecta.
Segundo silogismo:
(1) Bajo el franquismo se ha defendido la interpretación «x».
(2) Los historiadores a, b y c, defienden la interpretación «x».
Conclusión: los historiadores a, b y c, son franquistas.
El primer silogismo nos conduciría, cual navaja de Ockham, a descartar una
serie de interpretaciones. (Normalmente aquellas favorables a la unidad o
identidad de España, o que presenten de modo positivo su papel histórico). El
segundo a descalificar a aquellos historiadores que defiendan tal tipo de
interpretaciones.
Pero no parecen haber caído en la cuenta, tales historiadores, de que tal
modo de argumentación incurre en, al menos, dos errores lógicos fácilmente
detectables para cualquier estudiante de bachillerato. La persistencia en tales
errores podría conducir, aplicando a otros ámbitos del saber tal modo de
argumentar, a razonamientos del estilo:
Primer silogismo:
(1) El franquismo nos ha enseñado que la raíz cuadrada de cuatro es dos.
(2) El franquismo es malo.
Conclusión: la raíz cuadrada de cuatro no es dos.
Segundo silogismo:
(1) El franquismo nos ha enseñado que la raíz cuadrada de cuatro es dos.
(2) Los señores a, b y c, sostienen que la raíz cuadrada de cuatro es dos.
Conclusión: los señores a, b y c, son franquistas.
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2021