-APROPIACIÓN
3-
Las estrategias
de poder contemporáneas, al menos en el ámbito de la civilización
cristiano-occidental (y lo de cristiano no es prescindible) responden a una
lógica subyacente cuyas reglas podemos resumir así:
(1) El orden
moral se sustenta en la condición de víctima del sujeto (Cristo crucificado).
(2) El orden
moral, y solo el orden moral, legitima el poder.
(3) Poder implica
dominio; luego, el ejercicio del poder es incompatible con la condición de
víctima.
(4) En
consecuencia, la legitimación del poder requiere la apropiación de la condición
de víctima, una victimización representada (la víctima real está excluida, por
definición, del poder). Para lograr tal objetivo es necesario, en primer lugar,
la colectivización del individuo: uno se define por su pertenencia a un grupo. El
grupo se constituye, a su vez, a partir de la elección de un rasgo identitario:
aquel que permita aprovechar todo el potencial victimista. Finalmente viene la
apropiación propiamente dicha, que sigue un proceso silogístico: el grupo X, ha
sido oprimido en el pasado, o sigue oprimido actualmente; yo pertenezco al
grupo X; luego, yo soy una víctima, un oprimido; luego, estoy en posesión de la
legitimidad moral para ejercer poder (político, social, cultural, etc.).
Esta estrategia
solo ha podido triunfar a partir de la rebelión protestante y su moralización del
cristianismo. La nobleza del mundo germánico y los países bajos la empleó en su
legitimación frente al imperio español. Aprendido el truco fue empleado por los
criollos americanos que se apropiaron sin pudor del sufrimiento, real o
representado, de los aborígenes americanos para legitimarse frente al poder Real.
Y llega a nuestros días. Las clases burguesas afroamericanas de EEUU esgrimen
su condición de víctimas frente a los blancos. Las mujeres burguesas blancas su
condición de víctimas frente a los varones. Los varones blancos homosexuales su
condición de víctimas frente a los heterosexuales. Los varones burgueses
heterosexuales blancos catalanes su condición de víctimas frente a los
españoles o hispanohablantes. Etc.
Consecuencias:
(1) La concepción
republicana del Estado y el orden social, se ha quedado, entretanto, por el
camino.
(2) Se constituye
el sujeto populista, que sigue la secuencia: infantilización (modo de
comunicación paralela, Berne, donde no cabía esperarla -¿la deconstrucción masculina
era eso? ¿abandonar al adulto para que aflore el niño?-), irresponsabilidad (otro
tiene la culpa), aplebeyamiento (el pueblo reducido a plebe), caudillismo (un
sujeto señalado encarna esa desazón representada).
A. Bugarín
Valladolid, Mayo-2020
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