Incoherencias: es correcto, y legítimo (lo que, en este contexto, significa
simplemente que es lógicamente posible) imaginar, y aun construir, un individuo
no adiestrado para el autocontrol, la producción y el consumo. Pero no es correcto
(por ser materialmente, y por lo tanto racionalmente, imposible) plantear una
sociedad en la que los individuos no sean adiestrados para tales fines y
pretender, al mismo tiempo, el nivel de bienestar material de las sociedades en
las que abundan tal tipo de individuos.
Multicapitalismo: respeto a todas las culturas e identidades; que el dinero
circule libremente.
Contrafácticos: el mundo factual es uno, los posibles innumerables. (Lo
real tiene la densidad de lo sólido, lo posible el carácter expansivo del gas).
Cada interpretación es un hecho.
La felicidad no es algo sustantivo, sino un estado que acompaña a otras
cosas, y, quizás, una nostalgia.
Paradoja: no hay verdadera sumisión si no es voluntaria. (Y al revés claro,
solo cuando es voluntaria hay verdadera sumisión).
Una justificación del mal: el último recurso, a veces, para soportar la
banalidad.
La incapacidad para convivir con la anomalía se resuelve: (1) Suprimiendo
al sujeto anómalo. (2) Negando la normalidad.
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