sábado, 10 de marzo de 2018

-CONFUSIONES-

Voces señaladas del movimiento feminista en España nos invitan, en confuso manifiesto, a participar en la huelga general y las concentraciones del 8 de marzo para luchar contra el capitalismo, aliado, dicen, del patriarcado.
Y, por ello, otros «líderes sociales», en especial políticos y periodistas, situados en la «órbita» liberal, permítaseme la metáfora kepleriana, cuestionan tal invitación, en defensa precisamente del modelo capitalista de producción, indisolublemente unido, dicen estos, y dicen bien, a la democracia liberal, indisolublemente unido, podríamos decir igualmente, al proyecto de la modernidad.
Pero yerran ambos, aunque en desigual medida, y por el mismo motivo. Pues modo de producción capitalista es reducción de lo ente a mercancía, y, por ello, libertad de mercado, y, por ello, disolución de cualquier tipo de comunitarismo, para dejar libre -esto es, sin vínculos orgánicos, a disposición de ese libre mercado-, toda posible fuerza de trabajo, convertida, también ella, en mercancía.
Por esa razón, la lucha del movimiento feminista, en la medida en que pueda tener todavía sentido en las democracias desarrolladas de Occidente, no puede significar otra cosa que la lucha por eliminar las excrecencias del patriarcado, que, como los órganos vestigiales en determinadas especies, sobreviven como señal de un pasado que la evolución histórica, precisamente de manos del denostado modo de producción capitalista, ha removido.
Y, por esa razón, la lucha del movimiento feminista no es, no puede ser, una lucha contra tal modo de producción, ni contra la democracia liberal, crean lo que crean sus dirigentes y líderes intelectuales, y crean lo que crean quienes las cuestionan, sino, precisamente, el desarrollo de la lógica interna de un capitalismo que pugna por consumar su plenitud. (Inevitable para que, acaso entonces, pueda pensarse en su superación).
A. Bugarín
Valladolid, marzo-2018