sábado, 16 de diciembre de 2017

-SIGUIENDO CON LOS TRINOS Y AFORISMOS-

&1
Héroes prudentes: cuarenta años después de muerto Franco España se ha llenado de ciudadanos dispuestos a combatir el franquismo.

&2
Agazapada tras la defensa de las buenas causas, avanza inexorable la estupidez.

&3
Frente a lo próximo se perciben más fácilmente las diferencias (enemigos íntimos).

&4
La posesión de una gran inteligencia facilita encontrar la verdad, y el autoengaño.

&5
Con cada derrota del mal se empequeñece la bondad.

&6
Maratón relativista: el corredor que avanza hacia la meta, avanza, también, hacia el futuro.

&7
El engaño cae, casi siempre, del lado del sentir, y no del ser.

&8
Jugar a los dados: ¿Y si Dios al crear el mundo se limitase a crear un campo de posibilidades? (¿Cómo  podría, de otro modo, combatir su propio aburrimiento?).

&9
Todo filósofo sueña, acaso, con instaurar un mundo, pero la historia rebaja siempre tal pretensión.

&10
El puro sentimiento no es, en sí mismo, fuente de legitimidad: uno no debe permitirse según qué sentimientos.

&11
En última instancia nos acogemos al miedo, ese muro que orienta el pensamiento por cauces predefinidos, ese control de los cuerpos y sus deseos siempre al límite de la disolución.

&12
Si la ciudadanía no nos reúne lo harán las identidades múltiples (también, por supuesto, pues nadie podrá exigir renuncia alguna, aquellas que acogen a los varones blancos, o a los «pueblos originarios» europeos).

&13
No fue hecha la verdad para el hombre, sino el hombre para la verdad.

&14
Anticapitalista. ¿Y a favor de qué?

&15
Platonismo: si señalar lo justo nos diferencia, la justicia es el horizonte que permite el diálogo.

&16
Tras el prestigio de lo alternativo los hospitales cambian de nombre: centros de brujería alternativa.

&17
Y el optimismo de pensar que el mundo sin patrias ni religiones, sin causas, en fin, para la guerra, John Lennon, sería mejor.
A. Bugarín
Valladolid, diciembre-2017

lunes, 11 de diciembre de 2017

-A VUELTAS, DE NUEVO, CON LO REPUBLICANO-

Es sabido que los antiguos griegos se decían libres por estar sometidos a la ley, y no a otros hombres. Y, con todas las consideraciones que sea preciso hacer, y salvando las distancias que sea preciso salvar, podríamos estar tentados de ver en esta actitud el origen de la concepción republicana del Estado, en la que el orden institucional, es decir, la ley, fija el grado de libertad con el que pueden desenvolverse los individuos en un espacio compartido (autoconstituyéndose, así, como ciudadanos).
Pero, por razones que habrá que analizar, o que acaso estén ya sobradamente analizadas, nos encontramos, de un tiempo a esta parte, en los viejos o nuevos Estados «republicanos», que el poder (¿político?) habla, como en otros tiempos, por la boca de un individuo señalado, tras reducir al pueblo a vocero de su relato.
Podría, en este caso, darse la paradoja, de que el republicanismo sobreviviese -en el supuesto de que algún atisbo de política pueda todavía sobrevivir en la sociedad de «emprendedores» y consumidores-, bajo la forma monárquica, en la medida en que en el régimen monárquico, hablamos claro está de las monarquías parlamentarias, el sujeto señalado es, él mismo, la institución, vocero de la institución. (Adquiriendo, de esa forma, la expresión «república coronada» pleno sentido).
(Nota: cierto, quizá lo suyo fuese la desaparición del sujeto señalado, pretensión que, no obstante, no invalida el anterior argumentario).
A. Bugarín
Valladolid, diciembre-2017

sábado, 9 de diciembre de 2017

-SUEÑOS DE LA RAZÓN-

Como el niño que, a edad inapropiada, sigue creyendo en los Reyes Magos, no por inocencia, santa simplicidad, sino porque, precisamente su inteligencia, fiel a su deseo, le ayuda a construir argumentos contra el desengaño con que le golpea la experiencia, así el intelectual preeminente, del que no hará falta citar ejemplo alguno, despliega su potente inteligencia para cubrir con ella, como si de un velo de sabiduría se tratase, la depauperada realidad de su ideal, que pugna, como toda realidad, por hacerse presente.
A. Bugarín
Valladolid, diciembre-2017

martes, 7 de noviembre de 2017

-PSICOPOLÍTICA-

Banderas. Banderas en los balcones, banderas en las calles, banderas desplegadas en cada ocasión... Llamas encendidas al anochecer..., e himnos. Medios de comunicación públicos y subvencionados compartiendo titulares al servicio de la única causa. Niños educados para que hablen la lengua correcta, no la suya, y se sumen al feliz acontecimiento de la plenitud patriótica. Volkgeist. Un solo pueblo. Y todo esto, dicen, para combatir el franquismo, falsamente enterrado con el «régimen», dicen también, del 78.
Freud: mecanismos de proyección.
A. Bugarín
Valladolid, noviembre-2017

domingo, 5 de noviembre de 2017

-REPÚBLICA DEL 78-

Supongamos -ya que la capacidad de pensar en términos hipotéticos es un señalado rasgo de la inteligencia humana-, que, tras la muerte de Franco, no hay pacto de la corona, no hay transición «de ley a ley». Supongamos que sindicatos de clase, partidos de izquierdas y algún grupo nacionalista, trabajan decididamente por el advenimiento de la república, y que, después de un periodo asumible de manifestaciones y revueltas, con, quizá, algún muerto de por medio, hay ruptura, no solo de facto, pues todo hecho exige interpretación, sino también simbólica.
En tal hipotética circunstancia, bien una asamblea constituyente, bien un gobierno provisional -de los que, para seguir con nuestra conjetura, no es necesario señalar cómo hayan sido instaurados-, tendrán que poner en marcha la elaboración de una constitución democrática.
Consideraremos probable que, en tal caso, los partidos políticos que lideraron en su momento la oposición a la dictadura, y aquellos surgidos para dar representatividad a las nuevas fuerzas sociales, señalen a quienes han de participar en el desarrollo de la ley de leyes. Así, el PSOE, en el que recalará buena parte de la izquierda antes radical, podría recurrir a alguno de sus prestigiosos catedráticos de filosofía del derecho, pongamos, por ejemplo, Gregorio Peces Barba. Jordi Solé Tura, que reúne en su persona la sólida formación intelectual, la proximidad a las tesis del eurocomunismo y la condición de militante del PSUC, podría ser un buen candidato del PCE. La burguesía nacionalista catalana, agrupada en torno a algo parecido a CiU, enviaría, para defender sus intereses, a algún jurista ideológicamente próximo: tal Miquel Roca Junyent. La derecha española, de dudoso republicanismo, pero obligada a condescender con las circunstancias, podría presentar, para tan señalado cometido, a Gabriel Cisneros, Miguel Herrero de Miñón, o José Pedro Pérez Llorca. Y, en un intento de atraerse a los sectores más recalcitrantemente franquistas, la joven república puede estar tentada de solicitar la colaboración de algún simbólico representante de la fuerzas del viejo régimen, tampoco especialmente entusiastas de la alternativa borbónica: Manuel Fraga Iribarne, antiguo ministro franquista, que se había autoposicionado, no obstante, como reformista, y de quien se dice que tiene el Estado en la cabeza, podría ser la opción adecuada para esta misión.
Sentados tales próceres de la incipiente III república española ante la mesa de negociaciones, y sean cuales fueren sus posiciones iniciales, no podrían, en ningún caso, y dada la realidad social y económica en la que se encuentran instalados, comenzar la redacción de la Constitución republicana, de otro modo que así: España se constituye en un Estado social y democrático de derecho.
Establecida esta premisa, la redacción de la mentada Constitución se verá necesariamente impelida a discurrir por los mismos cauces por los que, de hecho, históricamente, ha discurrido. Con tres salvedades:
La Jefatura del Estado será elegida por votación popular directa.
La bandera representativa de la nueva España republicana será la tricolor.
Dado que, tras la ruptura simbólica, el nuevo poder constituyente no arrastra los complejos de aquel salido de la transición desde el franquismo, y dado el recuerdo de cómo terminaron los anteriores intentos, la nueva república no admitirá la propuesta nacionalista de diferenciar entre nacionalidades y regiones. No hay más nación que la República española, ni más nacionalidad que la pertenencia a tal nación.
A. Bugarín
Valladolid, noviembre-2017

jueves, 12 de octubre de 2017

-CATALANES-
Vísperas de las elecciones del 2015. Un destacado periodista de un diario de la «izquierda» se felicita públicamente por el previsible éxito electoral de Podemos, en razón de que «por fin los catalanes van a tener un amigo en el Parlamento español». Esa «izquierda», indistinguible de los nacionalismos periféricos, como queda claro por el argumento de su felicitación y razón última de nuestras comillas, usa «catalanes» como Franco usaba «españoles»: en plural segregador.
A. Bugarín
Valladolid, diciembre-2015

 

miércoles, 11 de octubre de 2017

-ASIMÉTRICA DISTANCIA-

Alaban, esto días, unos, y abominan de, otros, la equidistancia. Pero, como en la relación que entre sí mantienen los vértices de un triángulo isósceles, se puede estar a desigual distancia de dos posiciones dadas; o, como en la relación que entre sí mantienen los vértices de un triángulo escaleno, acaso sea necesario estar a desigual distancia de dos posiciones dadas.
A. Bugarín
Valladolid, octubre-2017

martes, 3 de octubre de 2017

-SENTIR VERGÜENZA-

Algún día, cuando vuestro relato se caiga, ya sea de viejo o de agotamiento -pues todo se cae al final de viejo o de agotamiento-, serán vuestros nietos quienes sientan vergüenza.
Cuando descubran, cómo una región próspera situada en un país privilegiado, que formaba parte del primer mundo, con todo lo que eso implica en servicios, seguridades y libertades, se dejó seducir por un personaje mezquino y corrupto, que logró -ante la pasividad de la izquierda, acomplejada por su incapacidad de hacer las paces con el modelo de Estado que sus dirigentes pusieron en marcha, y el analfabetismo político, cuando no cosas peores, de la derecha «nacional»-, impregnar de resentimiento burgués -según el cual los pobres son los culpables de que los ricos no sean más ricos-, a toda una comunidad; lo que acabó, finalmente, desatando un golpe de estado insurreccional contra una democracia abierta y tolerante, contra un país que ama la paz hasta el extremo de la cobardía.
Descubrirán, entonces, como la casta política y cultural que acompañó a ese personaje, creó un relato en el que los culpables de todos los males del «pueblo catalán» eran siempre otros (eso tan satisfactorio), en el que se rastrea la historia en busca de toda afrenta, en el que, en caso de duda, se emplea siempre la interpretación más favorable a nuestros intereses, la más desfavorable al «enemigo»; en el que funciona la dialéctica amigo-enemigo. Descubrirán como cada cesión de la soberanía compartida era recibida como un acto de humillación, como una muestra más de la opresión del «Estado».
Descubrirán, como aquellos de sus abuelos que lideraban ese resentimiento burgués, clase privilegiada de una región privilegiada dentro de un Estado privilegiado, se presentaban, sin rubor alguno, sin carcajadas entre el público, como la encarnación de Nelson Mandela, de Rosa Parks, de Martin Luther King.
Descubrirán que sus abuelos decidieron rebelarse contra el franquismo, cuarenta años después de muerto Franco. ¡Esos héroes!
Mas, de momento, venceréis, quizá, no porque os asista el derecho, sino por un acto de fuerza -¡cómo no recordar estos días la Marcha sobre Roma!-, en un mundo infantilizado -no es que hubiera muchos niños en la calle el uno de octubre: todos eran niños-, y en el que la violencia física de la policía -escasa, dadas las circunstancias, entre las cuales no es la menor la traición de los mossos, esa ejemplar policía patriótica que disuelve a manifestantes y concentrados, por ejemplo en la huelga del 14 de noviembre del 2012, azotándolos con jazmines- se retrasmite con la velocidad de la luz, mientras se ignora, porque no se ve, la violencia soterrada, y a veces no tan soterrada, ejercida durante décadas contra el que no aceptaba el relato dominante.
Venceréis, quizá habéis vencido ya -pero recordad que las victorias presentes son, a veces, derrotas futuras-, porque habéis sabido mimetizaros como nadie con las tendencias dominantes en este primer tercio de siglo: nacionalismo, banalidad, posverdad.
(Y, aquí y ahora, más vergüenza, nuestra propia vergüenza: ¿quién organizó el contragolpe del domingo que no ha dimitido ya?, ¿quién es responsable de semejante chapuza?, ¿quien envió a la policía nacional y a la guardia civil a esa encerrona?, ¿quién desconoce de tal manera los mecanismos de las guerras simbólicas actuales?. Sí, otras muchas vergüenzas).
A. Bugarín
Valladolid, octubre-2017

domingo, 1 de octubre de 2017

-PENSAR, INSTAURAR-

Los mantras no dicen pero establecen, su objetivo es producir un cierto estado mental. Que los mantras hayan surgido en Oriente forma parte de la lógica profunda de las cosas. Y es acaso un símbolo de la diferencia entre el modo oriental y el occidental de estar en el mundo. Las «filosofías» orientales son instauradoras. Al acatarlas uno penetra en un sistema de acogida que configura la realidad bajo una forma definitiva. La filosofía «occidental» es dialéctica, y, por ello, histórica. Al penetrar en un sistema filosófico occidental uno se encuentra con un instrumento para enfrentarse con la realidad y con otros sistemas de pensamiento.
Pero de un tiempo a esta parte, tal vez debido al tan denostado, por unos, o celebrado, por otros, proceso de globalización, aparecen en escena híbridos extraños. Encontramos en Occidente, e insertadas en la estrategia política particular, formas de pensamiento instauradoras, a modo de mantras, sustraídos al debate, pero carentes de esa cosmovisión espiritual y definitiva que acompañaba al pensamiento oriental.
Uno de esos mantras es «derecho a decidir». ¿Quién puede negar un derecho? ¿Quién puede oponerse a decidir? Solo los malos, la mala gente. (Frente a esa buena gente que exhibe sus sentimientos como un sistema de legitimación -tras haber establecido, obviamente, cuáles son los sentimientos que está permitido tener-. Mis sentimientos son Catalunya. O ¿Catalunya es mis sentimientos?).
Pero, esperando que el modo occidental de pensar, que problematiza y trae a la plaza pública, para ser debatido, todo proyecto, especialmente todo proyecto político, no haya muerto del todo, cabe preguntar: ¿Instaura la palabra derecho un derecho? ¿Se puede, y se debe, decidir sobre cualquier cosa? Cuando la decisión choca con otra decisión ¿quién decide?
(Y, sí, también es un mantra la apelación continua a «la ley», como si la mención reiterada de la palabra ley instaurase ley).
A. Bugarín
Valladolid, octubre-2017

miércoles, 27 de septiembre de 2017

-APROPIACIÓN-

Es sabido que los humanos, por no tener una naturaleza programada -lo que no implica que no seamos animales, cuyo organismo y conducta es la manifestación fenotípica de un programa genético, sino simplemente que este programa genético posibilita, y casi fuerza, la constitución de un ser hablante, capaz de manejar un complejo código de símbolos con los que interacciona con los demás y consigo mismo, es decir, reflexiona-, necesitamos un proyecto de vida que sustituya, complemente, u oriente, esa indeterminación natural. De ahí que haya un espacio para el orden moral. Y que, en un determinado momento histórico, ese orden moral pueda constituirse, incluso, en fuente de legitimación. Y de ahí, que las luchas y conflictos de intereses -que no siempre son solamente intereses económicos, sino, también, aquellos, por ejemplo, en los que se juegan identidades (sexuales, tribales, personales)-, se trasladen al terreno del espacio moral, que se trata de ocupar, como, en otras guerras, se ocupaba el territorio (desalojando al rival o enemigo, que se ve así, impedido para toda defensa de su propio posicionamiento).
No haber comprendido, o haber comprendido demasiado tarde, esta estrategia de la guerra identitaria desarrollada en Cataluña desde hace décadas contra la ciudadanía, representada por la república coronada española, coloca, ahora, a los defensores de esa ciudadanía, fuera del campo de batalla, condenados a una defensa sin armas (o, lo que es peor, con otras armas, aquellas que, precisamente, no fueron hechas para este tipo de combate).
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2017

viernes, 22 de septiembre de 2017

-ERRAR-

Dice Borges, en narración célebre -y celebrada, entre otros, por Michel Foucault- que, según una antigua enciclopedia china, los animales se clasifican en: a) pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, ... etc. Lo que parece querer sugerir que toda clasificación es arbitraria; y, esto lo decimos nosotros, en consecuencia, tan inobjetable como un acto de creación.
Pero acaso no esté totalmente desencaminado Hume cuando sostiene que entre ciertas ideas parece existir una atracción similar a la que se da entre los cuerpos newtonianos. De donde se podría deducir que, por la misma razón, deberá existir cierta repulsión entre otras ciertas ideas cual la dada entre los polos de igual carga en un imán.
Y en este juego de afinidades y diferencias, en este no ser todo compatible con todo, reside, tal vez, el discurso verdadero.
Y así, no parece posible, tal como sostiene cierta izquierda -aquella que es incapaz de pensar a Marx si no es en compañía de Lenin y Stalin (o, en su caso, de Mao); o, peor aún, aquella para la que la revolución no es sino la expresión legítima del resentimiento- agrupar en un mismo lado del campo, frente al cual se determinaría ella misma en bando contrario, el continuum liberal-capitalista-patriarcal-heteronormativo.
Pues ha sido el capitalismo liberal, como ya vio Marx -¡hace casi doscientos años!- el que ha abolido el patriarcado. De hecho, pero, sobre todo, en sus fundamentos.
Y cabe imaginar, tal Platón en El banquete, una comunidad de varones, amándose fuera de los cauces «heteronormativos», como la máxima expresión del patriarcado.
(Pues -y aquí está el permanente errar, en su doble sentido, de esa izquierda-, no es el mal del capitalismo lo que promete, sino lo que no cumple.)

A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2017

-IDOLA FORI-

Las palabras, decía Bacon, se imponen al entendimiento, y de ahí nacen las discusiones inútiles, en las que se pierde el pensamiento. Así, decimos que Francia es una república, y que Corea del Norte es una república, y pareciera que hablamos de lo mismo; decimos que España es una monarquía, y que Arabia Saudí es una monarquía, y pareciera que hablamos de lo mismo. Y, sin embargo, ciñéndonos a aquellas condiciones de vida que lo político determina, Francia y España habitan un territorio común; Arabia Saudí y Corea del Norte habitan un territorio muy próximo. En aras de la claridad, sería más correcto decir: Francia es una república semipresidencialista, España es una república coronada; Arabia Saudí es una monarquía absolutista y teocrática, Corea del Norte es una monarquía totalitaria.
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2017

jueves, 21 de septiembre de 2017

-GAUCHE BANAL-

Ciertamente se pudo, entonces, instaurar una república. Pero las élites dirigentes de aquella izquierda -quizá porque para unos, en tanto comunistas, rama socialismo soviético, toda democracia burguesa es igualmente despreciable, quizá porque para otros, en tanto socialdemócratas acomodados, siempre es mejor un pacto mediocre que una batalla incierta, quizás porque nadie, en aquella clase media tardofranquista, estaba dispuesto a arriesgar el estatus por una mera cuestión de nombres, quizá por otras causas, externas al país o internas-, decidieron mantener la monarquía bajo la forma parlamentaria; que no deja, después de todo, de ser una forma republicana, una, Jorge de Esteban, república coronada (pues lo republicano no está en quién sea y cómo se elija al Jefe de Estado, sino en quién sea y cómo sea el pueblo).
Pero en esta modernidad tardía, posmodernidad al decir de otros, en la que los viejos se disfrazan de adolescentes, y juegan a la revolución, con el plan de pensiones garantizado, y los jóvenes a una versión virtual y sin sangre de Juego de Tronos, todo es ya símbolo, y guerra incruenta de símbolos. Mientras, las auténticas decisiones se toman en otra parte, en otra parte están las emociones verdaderas, y en otra parte se construye el futuro. Y es que el pensamiento exige sacrificio, y no da garantías, la vida se hace larga, y en algo hay que entretener la espera.
(Y, para decirlo todo, ciertamente, haber instaurado, entonces, una república, hubiera supuesto un cambio: la izquierda habría tenido menos problemas para asumir la identidad española. Eso es todo. Una guerra simbólica perdida por los unionistas).

A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2017

-ESTE MARX-

En La filosofía de El capital, Felipe Martínez Marzoa presenta una posible lectura de Marx, centrada en el Marx de la crítica de la economía política, el Marx que somete a un despiadado análisis la sociedad moderna, también denominada «sociedad burguesa» o «modo de producción capitalista».
Esta lectura nos muestra un Marx enterrado en la historia, o sea, en la misma sociedad que analiza, y que habla desde las categorías filosóficas, políticas, jurídicas y económicas generadas por esa misma sociedad burguesa. Otra cosa, el intento de hablar desde una perspectiva suprahistórica, acaso desde la perspectiva de la naturaleza humana, solo podría ser ideología (pues lo que sea naturaleza humana es, también, una determinación histórica, disfrazada bajo el manto de lo eterno, de lo no libre).
Y habla, ese Marx, desde dentro de la sociedad moderna para mostrar cómo esta incumple aquello que promete: igualdad, libertad, ciencia; en definitiva, república democrática.
Pues, bajo el modo capitalista de producción, igualdad significa igual disposición para la enajenación de mercancías, y libertad significa libre intercambio de mercancías en el mercado. Pero las mercancías aparecen apropiadas por la burguesía, dejando, como única posibilidad, al trabajador, la enajenación de su propio trabajo -convertido, también, en mercancía-, objetivándose periódicamente, a sí mismo, en una negación rutinaria de su propio ser libre.
Y, bajo el sistema capitalista de producción, la ciencia deviene ausencia de planificación económica consciente (quedando esta en manos de los conflictos de intereses y las crisis periódicas).
Y, en definitiva, bajo el modo capitalista de producción, la república democrática deviene sistema de garantías para la forma burguesa de propiedad.
Pero solo existe incumplimiento de lo prometido porque hay promesa, generada por el sistema, interna al sistema; solo existe posibilidad de crítica al sistema con las categorías generadas por el propio sistema. Es, por lo tanto, y en cualquier caso, el sistema -es decir, la sociedad moderna, el modo capitalista de producción-, el que genera las condiciones para su propia superación, que no es su destrucción, sino su cumplimiento.
Este Marx abre interesantes perspectivas; abre, especialmente, la posibilidad de volver a debatir con el marxismo, del que el socialismo soviético, el maoísmo, y otros intérpretes ya caídos, habían hecho una lectura totalitaria, aquella que clausura el pensamiento, reducido a un acto de fe, que es siempre sumisión. Es, con este Marx, con el que, todavía hoy, se puede dialogar, con el que, posiblemente hoy más que nunca, se pueda dialogar.
Pero la izquierda reaccionaria, aun la que se dice marxista, se ha propuesto combatir la sociedad moderna, la república democrática (que acaso tenga la forma de república coronada), el modo capitalista de producción, para reinstaurar una caricatura del capitalismo, un capitalismo sin garantías -en el que la algarada puntual y acaudillada se convierte en sucedáneo de democracia, y el poder político no representativo y, por ello, carente de responsabilidad personal, pueda intervenir arbitrariamente en los mecanismos de la justicia y de la producción-, como si ello acercase lo más mínimo a aquel orden social que, bajo el nombre de socialismo, habría de unir ciencia y democracia, es decir, ciencia, libertad e igualdad. Y para este combate no duda en acompañarse de toda excrecencia reaccionaria, así la apología de aquellas identidades étnicas, hechas de costumbre y superstición, reducidas ya, por esta misma sociedad moderna, a mero folclore.
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2017

jueves, 24 de agosto de 2017

-IDENTIDAD-

Catalonia is not Spain.
The Basque Country is not Spain.
Andalusia is not Spain.
...
Only Spain is Spain.
A. Bugarín
Valladolid, enero-2008

miércoles, 23 de agosto de 2017

-CUESTIONES TEO-LÓGICAS-

&1
Lamenta Sánchez Ferlosio que, tras el Concilio Vaticano II, el sacerdote oficie la misa de cara al pueblo, y no de espaldas a este, frente al altar, como venía siendo costumbre hasta entonces (tradición, por cierto, ocasionalmente recuperada por el papa Benedicto XVI). Y lo lamenta porque con este cambio el sacerdote renuncia a ser pueblo, guía del pueblo hacia Dios, situándose ante aquel como un poder ajeno.
Pero está aquí la clave del proceso de luteranización del catolicismo, imprescindible para que este pueda integrase en la democracia liberal, en la que el poder es representativo, y por ello responsable, frente al fuenteovejunismo de la tradición católica.

&2
El islam significa hoy, al menos en algunas de sus interpretaciones «integristas» -sin descartar que pueda significar otras cosas, y con la esperanza de que pueda haber otras interpretaciones-, el intento de reinstaurar la comunidad, que abole la ciudadanía, de ahí la lógica fascinación de la izquierda reaccionaria -la izquierda pre-marxista, aun la que se dice marxista tras hacer de Marx un neohegeliano, y también del anarquismo criptomedieval- por el islam, toda vez que el cristianismo, ya todo él luterano, se ha reintegrado al proyecto de la democracia liberal, también llamado modernidad, o ilustración.
A. Bugarín
Valladolid, agosto-2017

martes, 25 de julio de 2017

-PLURALISMO Y PLURINACIONALIDAD-

Se ha convertido en un tópico político, aquí, en España -también, bajo otras formas, en otros lugares que obviaremos de momento- la reivindicación, por parte de cierta izquierda que, por esta y otras razones, solo cabría calificar de reaccionaria, y, también, por supuesto, por parte de los nacionalistas identitarios de la derecha, del reconocimiento del carácter plurinacional del "Estado".
Y se alega, en favor de esta reivindicación, que plurinacionalidad significa el reconocimiento de «la diversidad y el pluralismo» que configuran la sociedad española.
Pero, frente a esta reivindicación,  y frente a este argumentario, cabe alegar que:
1. No todo es compatible con todo.
2. La diversidad étnico-cultural no es, en sí misma, un valor. No, al menos, si lo que queremos es construir sociedades de ciudadanos, esto es, de sujetos racionalmente autónomos, y, por lo tanto, libres. Pues hay costumbres y tradiciones incompatibles con tal pretensión. El alegato de la diversidad no puede, por lo tanto, en sí mismo, justificar nada.
3. Convertir a los territorios, o a las comunidades étnico-nacionales, en sujetos políticos no garantiza el pluralismo, sino más bien lo contrario. Pues, se está dando a entender, con ello, que el sujeto autónomo, el ciudadano, debe someterse a las prescripciones de su comunidad étnico-nacional, convertirse en un modelo de esa comunidad, en un etnotipo, en detrimento de su libertad individual y ciudadana para adoptar, o no adoptar, los elementos identitarios que la constituyen. A la postre, se está invitando a los individuos a asimilar las señas de identidad de su comunidad de pertenencia bajo la amenaza implícita de aparecer como traidores a la misma. Plurinacionalidad no implica pluralismo, sino coexistencia de uniformidades.
Valladolid, enero-2016

sábado, 1 de julio de 2017

-TRINOS Y AFORISMOS 3-


&1
Educación personalizada. Luego, ¿verdad personalizada? (Releyendo a Ferlosio).

&2
Despreciamos las convenciones ... para acoger otras convenciones. No hay un hombre natural.

&3
Lo improbable: el sinsentido (y, por ello, la plenitud de sentido).

&4
Un dios que necesita creyentes con tal desesperación que prohíbe la duda, ¿qué nos dice esto acerca de tal dios?

&5
La honestidad del criminal: matar en su propio nombre.

&6
A vueltas otra vez con el para qué sirva la filosofía. Y la tentación de responder que su función está en no servir. Y la paradoja de aceptar que forme parte del sistema de enseñanza, es decir, del Estado. ¿O el Estado no es ya una comunidad particular?

&7
¿Fundar una religión significa prohibir la duda? Y ¿por qué querría Dios prohibir la duda?

&8
Oído, ¡en Valladolid!: Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Bélgica, Estado español. La victoria/derrota comienza por el lenguaje.

&9
La autonomía racional, la absoluta diversidad que solo puede darse bajo este principio de igualdad. Dejar en suspenso lo que se es para ser juzgado por lo que se hace (Martin Luther King: ¡Tengo un sueño!). Pero otra vez, empoderamientos múltiples de por medio, lo que importa es quien eres, y no lo que haces.

&10
Sabemos, nos lo recuerdan a diario, que Alá es grande. Pero acaso no sepamos qué sea la grandeza.

&11
¿Qué busca el converso con su conversión? Que se le prohíba la duda.

&12
El presente es el destino. (Y a la inversa: el destino es siempre el presente.)

&13
Las culturas, es decir, las heces que el cuerpo social expele tras absorber de la naturaleza aquellos nutrientes que le permiten sobrevivir.

&14
En la distinción entre significante y significado está el distanciamiento frente a lo dado, y la posibilidad de la filosofía (y acaso toda posibilidad).

&15
Wittgensteiniana: en la interpretación se dice lo interpretado, se muestra el intérprete.

&16
Matemáticas curiosas: la suma de dos cantidades iguales y de signo contrario es igual a cero; mas la suma de dos injusticias iguales de signo contrario sigue dando dos.

&17
Tal vez todavía sobrevivimos porque no hemos conseguido someter aun del todo al animal en nosotros, y el destino de toda civilización es apagarse. (Lo cual, por otra parte, es no decir nada).

A. Bugarín
Valladolid, julio-2017

-MULTIFOLCLORISMO 2-

Desde el momento en que se pide respeto a las culturas, esto es, al trabado conjunto de rasgos que dotan de identidad y de estrategias predeterminadas de actuación a cualesquiera grupos definidos por esas culturas, desde el momento en que acaso el desprecio o la repugnancia se convierten en problema y la invitación al respeto en solución, estas, las culturas, aparecen como un enfrente, se ha establecido una distancia, y, por eso, ya no deciden, la decisión se ha situado en otra parte, en la metarreflexión filosófica, esto es, en la autonomía racional del sujeto pensante, que abole toda identidad no consentida reduciéndola a folclore.
A. Bugarín
Valladolid, julio-2017

sábado, 25 de marzo de 2017

-MULTIFOLCLORISMO-

Las identidades culturales, un persistir consciente en la ignorancia, acaso teatro, una representación, ¿para los ojos de qué dios?, y la conciencia de un límite. Pues, ya la isonomía supuso, en su momento, la ruptura de la polis, del comunitarismo, y el consiguiente helenismo, es decir, la abolición de los caracteres externos, para instaurar, de un golpe, el individuo, el universalismo, y la interioridad, acaso antesala, esta última, del luteranismo y la autonomía racional.
Pero todo es retroceso, repetición, ahora como comedia -también entre las bombas y los aviones estrellados contra las Torres Gemelas-, y la cultura y la ¿religión? convertidos en la defensa de un pañuelo.
A. Bugarín
Valladolid, marzo-2017

lunes, 30 de enero de 2017

-ESTRATEGIAS-

Una vez el fin fue la sociedad comunista, con la que comenzaría la historia de la humanidad, culminación necesaria de la lucha de clases, motor de la historia, reducida, a partir de entonces, a la condición de prehistoria -esa acaso banal interpretación de Marx, que no es el Marx filósofo de Das Kapital, según sugerente interpretación de Marzoa-.
Y el medio fue el poder popular, ejercido directamente, en la calle, bajo la organización del único partido, aboliendo, de este modo, la democracia liberal e instaurando la dictadura del proletariado como paso previo para alcanzar aquel fin.
Pero el medio, el pueblo en la calle, bajo la dirección del partido único y único representante válido de la nación, instaura, previa abolición de la democracia liberal, el Estado fascista.
Otra vez el fin fue acoger, o empoderar, a los excluidos del proyecto de la modernidad, también llamado ilustración o democracia liberal, así mujeres, minorías étnicas, o grupos definidos por sus orientaciones varias. Y el medio fue abolir la ciudadanía liberal y «uniformizadora» para celebrar las múltiples identidades.
Pero el medio, la celebración de las múltiples identidades, y la abolición de la ciudadanía liberal, aparta y reúne a los varones blancos bajo el discurso diferenciador de Trump.
A. Bugarín
Valladolid, enero-2017

sábado, 21 de enero de 2017

-MUROS-

Discurso de Trump. Populismo. Promete un muro físico con Latinoamérica. Disuelve el muro político y psicológico.

jueves, 19 de enero de 2017

-SPAMGLISH-

Dice Sánchez Ferlosio en El castellano y la Constitución -y si lo dice él merece ser tenido en cuenta porque: 1) su obsesión con la sintaxis le ha convertido, y le había convertido ya cuando escribió esa sentencia, en, quizá, uno de los mayores especialistas en tal materia, y, 2) se ha manifestado en numerosas ocasiones contra toda forma de patriotismo y nacionalismo, especialmente contra el español-, que «el castellano es probablemente el más complejo y refinado sistema gramatical de entre las restantes lenguas de Occidente, el más capaz de diversificar y graduar direcciones de sentido y de disminuir las posibilidades de equívoco».
Pero se ha convertido en un síntoma de modernidad, o algo así, de un tiempo a esta parte, cantar canciones cuyos versos dicen cosas tales como «Black X6, Phantom, White X6 looks like a Panda», lucir camisetas con mensajes del tipo «I fell happines when I eat a potato», introducir un «running», «coaching», «merchandising», «mindfulness», «personal trainer», «after work» o similares, en medio de una frase castellana, y en general echar mano, aunque no venga a cuento, de ese inglés básico internacional, que convierte las palabras en iconos publicitarios y las ideas en esquemas estandarizados de pensamiento.
Y la cosa llega al extremo de que últimamente no es raro encontrar que las paredes y puertas de nuestros bares aparecen adornadas con aforismos, mensajes, consejos, letanías varías, en inglés, como si con ello, ese espacio donde se bebe o tapea, agradable excusa para la interacción social, adquiriese, por ese hecho, otra dimensión, nos elevase, desde alguna vergonzosa situación, al nivel de ciudadanos de la era global.
Pero no debiéramos olvidar que los amos de la lengua, que son los hablantes nativos, tienen siempre una ventaja adicional sobre aquellos que se ven obligados a emplearla en usufructo. De modo que, si esta renuncia a lo propio, y esta opción por lo ajeno, es, además, voluntaria, cabe preguntarse por qué los hablantes de una lengua, con tal capacidad expresiva, y con quinientos millones de posibles receptores, han optado por semejante renuncia -vaya por delante que no descartamos que el suicido acaso debiera figurar entre los derechos básicos de todo individuo o institución-.
                                                                            
A. Bugarín
Valladolid, enero-2017