domingo, 19 de septiembre de 2021

-DE DATOS Y RELATOS-
Respondiendo a su voluntad científica la historia trabaja, como no podía ser de otra manera, con hechos. Pero los hechos -y especialmente aquellos nacidos de las operaciones de seres que actúan teleológicamente-, exigen interpretación. Aparece, entonces, la necesidad de un criterio para seleccionar las interpretaciones adecuadas. Y es así, que, de un tiempo a esta parte, en nuestro país, y por lo que respecta a nuestra propia historia, algunos historiadores parecen haber optado por un tipo de criba que podemos formular mediante dos silogismos:
Primer silogismo:
(1) Bajo el franquismo se ha defendido la interpretación «x».
(2) El franquismo es malo.
Conclusión: la interpretación «x» es incorrecta.
Segundo silogismo:
(1) Bajo el franquismo se ha defendido la interpretación «x».
(2) Los historiadores a, b y c, defienden la interpretación «x».
Conclusión: los historiadores a, b y c, son franquistas.
El primer silogismo nos conduciría, cual navaja de Ockham, a descartar una serie de interpretaciones. (Normalmente aquellas favorables a la unidad o identidad de España, o que presenten de modo positivo su papel histórico). El segundo a descalificar a aquellos historiadores que defiendan tal tipo de interpretaciones.
Pero no parecen haber caído en la cuenta, tales historiadores, de que tal modo de argumentación incurre en, al menos, dos errores lógicos fácilmente detectables para cualquier estudiante de bachillerato. La persistencia en tales errores podría conducir, aplicando a otros ámbitos del saber tal modo de argumentar, a razonamientos del estilo:
Primer silogismo:
(1) El franquismo nos ha enseñado que la raíz cuadrada de cuatro es dos.
(2) El franquismo es malo.
Conclusión: la raíz cuadrada de cuatro no es dos.
Segundo silogismo:
(1) El franquismo nos ha enseñado que la raíz cuadrada de cuatro es dos.
(2) Los señores a, b y c, sostienen que la raíz cuadrada de cuatro es dos.
Conclusión: los señores a, b y c, son franquistas.
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2021

 

miércoles, 8 de septiembre de 2021

-TODA SOLUCIÓN EXIGE UN PROBLEMA-
-(PARÁBOLA POLÍTICA)-
En aquella escuela los alumnos aprendían siguiendo los ritmos naturales del proceso de madurez emocional e intelectual y las enseñanzas periódicamente impartidas por un viejo maestro discreto y eficaz. Las cosas funcionaban más que razonablemente bien, hasta el punto de que el centro solía ser citado como ejemplo en los medios de información especializados.
Pero, llegada su jubilación, el viejo maestro fue despedido, y un joven candidato ocupó, provisionalmente, el puesto vacante. Este, buscando garantizar la renovación de su contrato, se propuso, desde el primer momento, señalar las deficiencias de aprendizaje de los alumnos encomendados, al tiempo que ofrecía las personales soluciones que pondrían remedio a tales males. Y así, si algún alumno tenía un ocasional comportamiento inapropiado, inmediatamente el nuevo maestro emitía un informe público señalando la poca disciplina que reinaba en las aulas. Si otro alumno erraba más de la cuenta en las respuestas de los exámenes, inmediatamente se haría público el bajo nivel de conocimientos de los pupilos. Si un tercero llegaba un día tarde, corría el tutor a señalar la inconcebible impuntualidad de los infantes.
Finalizaba el primer año con el nuevo docente todavía a prueba, y el clima de la clase se había ido transformando. Lo que antes eran faltas puntuales, que el propio desarrollo natural iba corrigiendo, se convirtieron, ahora, en el denominador común del grupo resentido y desmotivado. Y así, una buena parte de los alumnos, como si de un desafío se tratase, llegaban impuntualmente a clase. Las vísperas de los exámenes eran el momento apropiado para alguna celebración nocturna. Los comentarios fuera de lugar, los gritos, las interrupciones, constituían el espectáculo diario del aula. De modo que la Junta Directiva, alertada por una situación tan perjudicial para los intereses económicos y docentes de la entidad que dirigían, y comprendiendo las acertadas predicciones del joven maestro, decidió que era oportuno, para poner fin a tal situación, renovarle, sine die, el contrato.
A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2021

jueves, 25 de marzo de 2021

-A VUELTAS CON EL SENTIDO-
Alaban, Marx y Engels, en El manifiesto comunista, el papel revolucionario desempeñado por el, entonces, incipiente capitalismo; que, habría echado por tierra las idílicas estructuras feudales, patriarcales, el santo temor de Dios, el ardor caballeresco, ..., sustituyendo la explotación velada por un régimen directo, abierto, franco, de explotación (actuando, así, añadiríamos, pues va implícito, como una auténtica estructura develadora).
Pero, eso que seguimos llamando capitalismo -y que, con porcentajes que rondan el cincuenta por ciento de la producción sustraídos al mercado sería más correcto denominar Estado del bienestar o socialdemocracia- ejercita hoy su fuerza develadora exhibiendo el sinsentido; y es esa labor, y no otra, la que concita la inquina sobre tal sistema de tanto «revolucionario» sobrevenido, que combate, aun sin saberlo, bajo la rúbrica «anticapitalismo» esa exhibición.
A. Bugarín
Valladolid, marzo-2021

jueves, 4 de febrero de 2021

-FARSAS: MODELOS PARA ARMAR-
En un celebrado, por el número de visualizaciones, video (por cuestiones de eufonía preferimos leerlo así, sin acento, al modo latinoamericano), colgado en una de las plataformas habituales, una arquitecta mexicana, aunque la nacionalidad es, suponemos, una anécdota, enseña cómo construirse una casa sencilla, con materiales naturales, y en sintonía con el entorno. Para lograr tal objetivo -esa sintonía que, al parecer, más allá de satisfacer ciertas condiciones estéticas y ecológicas, es moral-, debemos comenzar, dice, pidiendo permiso: los habituales permisos administrativos, pero, especialmente, y ahí parece residir el mensaje, permiso a los habitantes del lugar, permiso a la tierra (¿Gea?, ¿Cibeles?, ¿la Pacha Mama?, ¿la Virgen María en versión De los nombres de Cristo?), permiso al árbol que va a ser cortado ...
Nos admira, en todo este proceso, en primer lugar, la generosidad del árbol, que dona graciosamente su vida para que los humanos dispongan, tras el sometimiento, eso sí, de su conducta a las condiciones morales exigidas, de una casa. Nos admira, en segundo lugar, la capacidad de la mentada arquitecta para entender el lenguaje mediante el cual el árbol sacrificado concede un permiso que, al parecer, podría denegar. Admirable, en tercer lugar, el grado de credulidad al que se ve abocado este mundo postcristiano (¿la religión que vuelve a sus orígenes? ¿otra manifestación de la farsa intelectual a la que conduce la moralización de la existencia?).
A. Bugarín
Valladolid, febrero-2021