miércoles, 14 de agosto de 2024

-PODER/ESTRATEGIA-
(1) La vida implica apropiación y expansión. Y esto vale para los organismos individuales, las poblaciones, las especies, e incluso para ciertas configuraciones institucionales, como las culturas, lenguas, etc.; vale para las bacterias y esa variedad de primate que los biólogos denominan homo sapiens. En el intento de conceptualizar esta idea Spinoza recurrió al término conatus, Schopenhauer habló de voluntad, Nietzsche de voluntad de poder, Bergson de élan vital, etc. También podríamos hablar de impulsos, desequilibrios homeostáticos, o recurrir a otros conceptos sacados directamente de la biología o de la química. Pero es un hecho constatable que cuando estos elementos fallan (apropiación y expansión) estamos ante realidades no vivas u organismos moribundos.
(2) A la capacidad de apropiarse del medio, de ordenarlo y controlarlo para ponerlo al servicio de la expansión propia, le denominamos poder.
(3) Toda realidad se constituye confrontándose con otra. No es concebible (ni dable) una realidad simple, autoidentificable, autodeterminable. Spinoza lo enunció en una proposición célebre: «toda determinación es negación».
(4) No todo es compatible con todo, lo que significa que algunas realidades anulan necesariamente a otras. (En el ámbito de las decisiones de seres conscientes, incluso vagamente conscientes, eso implica que hay que elegir).
(Los puntos tercero y cuarto se pueden reexponer diciendo que la realidad tiene una estructura dialéctica).
(5) Con la aparición de seres conscientes y racionales estos se afirman a sí mismos con el establecimiento de valores, que constituyen la afirmación de cierto tipo de vida. (En detrimento de otras formas de vida: toda valoración implica discriminación. Son, por lo tanto, ridículas, o hipócritas, expresiones como «la enseñanza en valores», ¿en qué valores?).
(6) La vida no está sujeta a un orden moral, y mucho menos ético. La moral y la ética son constelaciones de normas al servicio del establecimiento de cierto tipo de valores. Son, por lo tanto, estrategias desarrolladas por los individuos o grupos de determinada especie al servicio de su propia conservación y expansión (al servicio de la conservación y expansión de un determinado tipo de vida, que estará siempre, en virtud de los puntos tercero y cuarto, determinado frente a otro, confrontado con otro).
(7) Una vez establecidos ciertos valores en el seno de un grupo (que puede ser más o menos amplio, hasta abarcar a una civilización, y, en el límite, adquirir un carácter universal) estos pasan a formar parte del contexto en el que se desarrolla la apropiación y expansión de ciertos seres que se desenvuelven en el seno de ese grupo. Así, una vez instaurados un conjunto de valores cristianos (que acabarán configurando la denominada civilización occidental), tales como la división del mundo en buenos y malvados y la asociación de la bondad al sufrimiento (a la pobreza, la exclusión, a la derrota, etc.), y de la maldad al goce (a la riqueza, al triunfo, a la victoria, etc.), las luchas por el poder partirán de la apropiación de los primeros. Ahora bien, ¿cómo pueden los sufrientes, los excluidos, etc., hacerse, al mismo tiempo que mantienen tal condición, con el poder? (Esto es, ¿cómo pueden controlar el medio, apropiárselo, sin dejar de pertenecer al grupo de los buenos?). Mediante una estrategia psicológica, o psicológico-moral, que pasa por la colectivización de los individuos. De ese modo, al formar un individuo parte de un grupo históricamente, e incluso actualmente, excluido, sufriente, adquiere las virtudes de ese grupo (se ha apropiado el sufrimiento ajeno), para, afirmándose en tales virtudes, instalarse en una posición de supremacía (frente a otros, colectivizados en el grupo de los malvados).

Cabe, no obstante, que esta estrategia psicológica arrastre consecuencias demoledoras para el grupo en que se instala. Pues, al condenar toda forma de triunfo, aun cuando la condena se use para el triunfo propio, tales individuos o grupos minen las fuerzas mismas que posibilitan su propia expansión, facilitando así el triunfo de otros grupos donde esta guerra psicológica no ha tenido lugar.

A. Bugarín
Valladolid, agosto-2024