viernes, 16 de septiembre de 2016

-BELLEZA PRIVADA-

Llega el IKEA a Valladolid, la multinacional nórdica con su implícita promesa de socialdemocracia avanzada, con sus muebles de diseño al alcance del ciudadano común, donde predomina la calidez del claro, con sus armarios de montar, con los mil detalles para cada rincón del hogar.
Llega IKEA, como cabeza de puente de todas esas multinacionales sin cuyo asentamiento seguiríamos siendo una ciudad provinciana, aun una capital provinciana, y se instala en la afueras, en el alfoz, que diría nuestro antiguo alcalde, en medio del campo.
Llega IKEA, acaba la ironía, y el hermoso paisaje castellano, esa sucesión de cerros -a veces cubiertos de pinos o encinas, a veces pelados-, y campos cultivados, se convierte en soporte de centenares de anuncios de geometría simple y colores chirriantes que, mientras esconden el horizonte, nos invitan al selectivo disfrute de adquirir todas esas mercancías que acabaríamos, igualmente, comprando.
Y así, la cálida belleza hogareña, la belleza accesible al ciudadano común, la belleza instalada en la república independiente de su casa, la democrática belleza privada, es, como si de un símbolo se tratase, tristemente compatible con el aumento de la fealdad pública, con el deterioro progresivo del entorno, con la destrucción del cuidado paisaje cultural, nacido tras siglos de trabajo del hombre sobre el territorio, con la negación de todo disfrute gratuito.

A. Bugarín
Valladolid, septiembre-2016

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