miércoles, 17 de febrero de 2016

-POLISEMIAS-

De un término que incluye varios significados se dice que es polisémico; así, el de cultura, bajo cuyo manto sagrado -a decir de Bueno, secularización de la gracia-, se ocultan un sinfín de mezquindades, tal la pretensión del mundo de la cultura, o industria del ocio, de escapar a la reglas del mercado -pletórico, Bueno otra vez-, acaparando estipendios y reglamentaciones favorables, y tal la pretensión -nacionalista, con la condescendencia, a veces, y apoyo explícito, otras veces, de la izquierda reaccionaria- de reducir ciudadanos a etnotipos, presentadas, tales pretensiones, como justa contribución a la defensa de la identidad cultural de los pueblos, otro significante sacralizado, y hurtado, así, a la mirada crítica del ciudadano.
Pero la exigencia ciudadana, cambiamos de sema, de cultura, esto es, de formación, de educación en la autonomía racional, ligada al conocimiento y desalienamiento -o, dicho de otro modo, a la autoposesión negadora de toda servidumbre, también llamada, por Kant, dignidad-, entra en contradicción con tales pretensiones.
A. Bugarín
Valladolid, febrero-2016

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