martes, 3 de octubre de 2017

-SENTIR VERGÜENZA-

Algún día, cuando vuestro relato se caiga, ya sea de viejo o de agotamiento -pues todo se cae al final de viejo o de agotamiento-, serán vuestros nietos quienes sientan vergüenza.
Cuando descubran, cómo una región próspera situada en un país privilegiado, que formaba parte del primer mundo, con todo lo que eso implica en servicios, seguridades y libertades, se dejó seducir por un personaje mezquino y corrupto, que logró -ante la pasividad de la izquierda, acomplejada por su incapacidad de hacer las paces con el modelo de Estado que sus dirigentes pusieron en marcha, y el analfabetismo político, cuando no cosas peores, de la derecha «nacional»-, impregnar de resentimiento burgués -según el cual los pobres son los culpables de que los ricos no sean más ricos-, a toda una comunidad; lo que acabó, finalmente, desatando un golpe de estado insurreccional contra una democracia abierta y tolerante, contra un país que ama la paz hasta el extremo de la cobardía.
Descubrirán, entonces, como la casta política y cultural que acompañó a ese personaje, creó un relato en el que los culpables de todos los males del «pueblo catalán» eran siempre otros (eso tan satisfactorio), en el que se rastrea la historia en busca de toda afrenta, en el que, en caso de duda, se emplea siempre la interpretación más favorable a nuestros intereses, la más desfavorable al «enemigo»; en el que funciona la dialéctica amigo-enemigo. Descubrirán como cada cesión de la soberanía compartida era recibida como un acto de humillación, como una muestra más de la opresión del «Estado».
Descubrirán, como aquellos de sus abuelos que lideraban ese resentimiento burgués, clase privilegiada de una región privilegiada dentro de un Estado privilegiado, se presentaban, sin rubor alguno, sin carcajadas entre el público, como la encarnación de Nelson Mandela, de Rosa Parks, de Martin Luther King.
Descubrirán que sus abuelos decidieron rebelarse contra el franquismo, cuarenta años después de muerto Franco. ¡Esos héroes!
Mas, de momento, venceréis, quizá, no porque os asista el derecho, sino por un acto de fuerza -¡cómo no recordar estos días la Marcha sobre Roma!-, en un mundo infantilizado -no es que hubiera muchos niños en la calle el uno de octubre: todos eran niños-, y en el que la violencia física de la policía -escasa, dadas las circunstancias, entre las cuales no es la menor la traición de los mossos, esa ejemplar policía patriótica que disuelve a manifestantes y concentrados, por ejemplo en la huelga del 14 de noviembre del 2012, azotándolos con jazmines- se retrasmite con la velocidad de la luz, mientras se ignora, porque no se ve, la violencia soterrada, y a veces no tan soterrada, ejercida durante décadas contra el que no aceptaba el relato dominante.
Venceréis, quizá habéis vencido ya -pero recordad que las victorias presentes son, a veces, derrotas futuras-, porque habéis sabido mimetizaros como nadie con las tendencias dominantes en este primer tercio de siglo: nacionalismo, banalidad, posverdad.
(Y, aquí y ahora, más vergüenza, nuestra propia vergüenza: ¿quién organizó el contragolpe del domingo que no ha dimitido ya?, ¿quién es responsable de semejante chapuza?, ¿quien envió a la policía nacional y a la guardia civil a esa encerrona?, ¿quién desconoce de tal manera los mecanismos de las guerras simbólicas actuales?. Sí, otras muchas vergüenzas).
A. Bugarín
Valladolid, octubre-2017

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