lunes, 28 de diciembre de 2015

-¿QUÉ PODEMOS?-

La gran novedad política de los últimos años en España es la irrupción de Podemos, convertido en un grupo decisivo en el parlamento. Pero ¿qué significa esta irrupción? ¿A qué intereses, estados de ánimo, esperanzas o desesperanzas, responde? ¿Qué es Podemos?
El nombre, en este caso, parece ser un mensaje. Ni siquiera muy original, surge de la castellanización del Yes, we can. Pero Obama tampoco supone, finalmente, nada original. Quitando el hecho de que con él haya ascendido al poder un ciudadano negro, mulato en realidad, en unos Estados Unidos que no acaban de hacer las paces con su propia historia -como nosotros, vaya-, pocas novedades ha aportado. Algo de sensatez, tras el paso por el gobierno del hijo de Bush, pero eso era fácil, era lo mínimo que se podía esperar. Aunque, quizá, eso, precisamente eso, la serena continuidad de la política norteamericana bajo la dirección de alguien a quien, hace tan solo unas décadas, se le hubiese obligado a viajar de pie en la parte trasera del autobús, constituye, en sí mismo, lo extraordinario, lo que adquiere dimensión histórica.
Bien. Volvamos. Del Yes, we can, a Podemos. Pero ¿qué es lo que podemos? ¿Cuál es el mensaje implícito tras el nombre? ¿Podemos parar los deshaucios? ¿Regular de otra manera las relaciones con los prestamistas? (¿Cómo se llegó hasta aquí, hasta ese nivel de usura consentida?) ¿Podemos cambiar la legislación laboral? ¿Podemos poner en marcha unas leyes al servicio de los ciudadanos comunes, de la gente, como dicen? ¿Y por qué la gente? ¿Por qué no la vieja caracterización, liberal y republicana, de ciudadanos? ¿Gente o ciudadanos? Ahí hay también un mensaje. Prosigamos. ¿Qué otras cosas podemos? ¿Combatir el flujo de capital desde las clases medias y medio bajas hacia las élites económicas, que es en lo que estamos? ¿Impedir que el capital, y en especial, el capital financiero, determine el rumbo de la política -de la política española, para ser exactos-? ¿Podemos cambiar la realidad? Ese parecía ser el mensaje tras el nombre. Otra cosa es si, realmente, podemos. Quizá no podemos porque estamos inmersos en una economía global y ningún país puede operar al margen de este hecho. Pero queda la fuerza moral del intento. Y eso es, quizá, loable, un proyecto de futuro.
Y en esas estábamos. Pero, de pronto, ¡todo se reduce al derecho a decidir!
A. Bugarín
Valladolid, enero-2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario