sábado, 11 de abril de 2020

-MODERNIDADES-
Que la historia sigue un camino marcado, la vía natural, y unilateral hacia el progreso, es idea ilustrada. Que hay progreso puede ser redundante, si progreso es lo que hay. Pero hay deseos y aspiraciones entroncados con la lógica biológica de la supervivencia. Y parece haber ciertos «hacia dónde» determinados por la existencia misma de la cultura. Pero que esa vía hacia el progreso, que la noción misma de progreso, esté determinada antes de su efectivo transcurrir, parece hoy un dogma.
Si rechazamos tal presupuesto determinista, la modernidad misma, ese otro nombre de la Ilustración, aparece como una multiplicidad de vías (paralelas, convergentes, que perviven o se desvanecen). Descubrimos, así, que, entre los siglos XVI y XIX, se fraguaron, en Europa, cuatro proyectos, balbucientes unos, más logrados otros, de modernidad. O cuatro variantes (por ser esta expresión, quizás, más precisa) del proyecto de la modernidad.
Al primer proyecto, y primero también en agotarse, nacido en el Reino de Castilla, vamos a denominarlo «comunitarismo universalista católico» (quedando, con dicho nombre, suficientemente caracterizado). En Francia nace lo que ha llegado a parecer la esencia misma del proyecto ilustrado, que se define como republicano y universalista, esto es, con pretensión de validez planetaria, pero esencialmente aristocrático, y compatible, por ello, con el elitismo cultural y la jerarquización social y aun racial. La Alemania dispersa se reúne en torno al etnicismo romántico, cristiano-moral y comunitario (luterano), que arrastrará con el tiempo, como consecuencia de su propia lógica interna, terribles implosiones. Paralelamente, y para finalizar con esta clasificación, se desarrolla, en Inglaterra y los Países Bajos, el proyecto capitalista, de raíz calvinista, que pareció destinado, en algún momento, a ser el proyecto definitivo (o el modo definitivo del proyecto), el «fin de la historia». Las interacciones, también las interacciones violentas, y en el límite la guerra, entre esos proyectos y sus núcleos directores (Huntington), prepararán, en buena medida, el devenir político del siglo XX, en el que otros proyectos de modernidad (otras variantes, ramas de ramas), aparecerán y desaparecerán del escenario histórico (que no es, obviamente, algo distinto del propio desarrollo de tales proyectos).
A. Bugarín
Valladolid, abril-2020
(Primer mes de confinamiento)

No hay comentarios:

Publicar un comentario